Últimamente B. me sorprende con unas preguntas a las que casi no sé ni cómo responder. Ayer, en la cama, antes de dormirnos me pregunta porqué el agua del mar está fría. Yo muchas veces tengo que pensar en la respuesta. No sé si la sé, si es correcta. Algunas veces me acuerdo de hacerla pensar a ella, para ver por dónde van sus intuiciones, su imaginación y cuando no me acuerdo de hacerla pensar, pues recurro a veces a papá, a los abuelos, a buscarlo en algún cuento (puede ser divertido)... En fin, las posibilidades de situarse ante sus preguntas son muchas, aunque si estoy cansada o disgustada al final me puede el no sé, o el pensar que ya no me apetecen más preguntas. Por cierto, la foto es del verano pasado. ¡Jo, cómo has crecido pequeñita!
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