A B. le encanta disfrazarse, con lo que sea, maquillarse la cara... No podíamos desaprovechar la ocasión de Halloween, a pesar de su mala fama. ¿Por qué? Porque ha sido otra oportunidad de estar con los amigos, reírnos un rato, cenar juntos y hacernos un disfraz sin gastarnos un duro (en este caso dos camisetas, unos trozos de fieltro, el contenido de un cojín... Y un poco de tiempo para elaborarlo). Lo importante para mi de este Halloween: que lo hemos compartido con otros, que no hemos sido consumistas y que nos lo hemos pasado fenomenal.
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