Ayer hicimos entre B. y yo pasta de sal. El año pasado la hice yo sola, pero esta vez le ha gustado a ella participar en su elaboración. La verdad es que reconozco que me encanta esta pasta porque es barata y se maneja muy bien. La idea era hacer las huellas de unas hojitas de árbol y pintarlas de color otoño para continuar decorando nuestro rincón de otoño y sí lo hizo, pero no puso mucho entusiasmo. Ella decía que quería hacer una sirena. Lo de utilizar el rodillo, la encanta.
Después ya no intervine más y la dejé que hiciera lo que quisiera y empezó a hacer bolitas desde la bola grande y después empezó a coger sus juguetes y a mezclarlos con la pasta de sal: decía que había hecho la veleta Pocoyó y todo un repertorio de creación personal. Hoy hemos vuelto a hacer la pasta de sal en casa de los abuelos y ha sido otro auténtico éxito: el rato que le dedica, la concentración, las ideas que le van surgiendo, las cosas que otros le enseñan a partir de lo que ella aporta...
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